La nomenclatura del cine, en su acepción etimológica de Kine, movimiento, no sólo aludía a las imágenes proyectadas propiamente tal, sino al intrincado engranaje que permitía la circulación de una película en una proyectora y su exhibición en una pantalla, con todas sus virtudes y defectos.
La imagen cinematográfica, aquella filmada en 35 ó 16 milímetros, con rayaduras, pegaduras, granos, mugre y pelusas, ya no existe.
El año 2015 las compañías norteamericanas dejaron de traer copias en soporte fílmico para los cines. La nueva tecnología que se aplica es la del soporte digital, recibido vía satelital o bajado de un servidor a un computador poderoso, capaz de igualar, pero no superar, la proyección mecánica.